Antecedentes
En lo concerniente al título de este
escrito se tomará como punto de partida la domesticación de la
agricultura en Mesoamérica en específico el maíz, si bien no fue única planta
domesticada.[1] Su perfeccionamiento hizo posible los
asentamientos poblacionales creando una estructura social en donde se
diversificaban las actividades como vida social y una serie creencias y
prácticas en concordancia con un calendario agrícola basado en el trabajo
continuo de observación astronómica, del año solar, las estaciones y ciclos
agrícolas teniendo vínculos con los fenómenos de la naturaleza.[2]
Con respecto a los rituales realizados en función de la agricultura
existían diversas manifestaciones dependiendo de la fecha calendárica, esto se
puede apreciar en la obra de fray Bernandino de Sahagún.[1]
El maíz es una planta que requiere cuidados desde el momento de la
siembra y en el trascurso de su crecimiento hasta la maduración ante los
fenómenos meteorológicos, en la antigua religión existía un grupo de personas
encargado de su cuidado sabían de cierta
arte para quitar los granizos y enviarlos a las partes desiertas, no sembradas,
ni cultivadas, o a lugares donde no había sementeras ninguna.[1]
Estas mismas
personas tenían la labor de realizar en ciertas fechas en relación con la
vida de la planta desde su nacimiento hasta su muerte. Esta ceremonia se
efectuaba en elevaciones altas, como zonas
montañosas acompañadas de instrumentos de viento (aerófonos), alrededor
de ello se desarrollaron un visión, en este lugar se conectaba los tres niveles
de vida: el inframundo, terrestre y celeste, donde las cuevas era la entrada al
inframundo, y grandes contenedores de agua.
La estructura social y religiosa
desarrollada en torno al maíz en el contexto mesoamericano, en el siglo XVI
comenzó a modificarse a raíz del encuentro de dos civilizaciones
(peninsulares y distintas culturas mesoamericanas), el proyecto de los
peninsulares tenía pretendía la unificación de los territorios conquistados por
medio del catolicismo, lo cual había servido de estandarte de guerra, dentro de
la nueva estructura política-religiosa.
Ante esta nueva base la religión del
antiguo culto religioso, estaba condenada debido que las órdenes mendicantes
del clero regular, trataron de erradicar las practicas denominándolas
“herejías” y siendo prohibidas, perseguidas y castigadas. No es extraño que
Felipe Castro[2] haga referencia que algunas
rebeliones realizadas en la nueva España fueron encabezadas por antiguos
sacerdotes debido que eran perseguidos, además representaban un grado de
autoridad y temor además trataban de recobrar su estratificación social que el
nuevo régimen le había quitado.
El mismo autor alude que no hay que
tener una visión de los naturales como receptores pasivos de la imposición
católica, hace referencia que la resistencia estuvo presente desde adorar sus
ídolos en las clandestinidad de cuevas y montes, así como enterarlos en las
iglesias o adorándolos en una advocación católica.
Dentro de estos grupos que lograron
perpetuar su continuidad, se encuentran denominados de manera general
graniceros, término empleado para para referirse a las personas que intervienen
entre la naturaleza y el hombre, personas con la capacidad de manipular los
fenómenos meteorológicos como evitar las colas de agua, espantar el granizo,
“especialistas meteorológicos”.[3]
[1] Sahagún de fray
Bernardino (2006) Historia general de las cosas de Nueva España,
México, Porrúa.[2] Castro Gutiérrez, Felipe
(1996), La rebelión de los indios y la paz de los españoles,
CIESAS-INI, México 169 pp.
[3] Becerril Juárez, Alicia (2015), Observar, pronosticar y controlar el tiempo. Apuntes sobre los especialistas meteorológicos en el Altiplano Central, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas.
[3] Becerril Juárez, Alicia (2015), Observar, pronosticar y controlar el tiempo. Apuntes sobre los especialistas meteorológicos en el Altiplano Central, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas.
[1] Sahagún de fray Bernardino (2006) Historia
general de las cosas de Nueva España, México, Porrúa.
[1] También se domesticó la calabaza y el frijol.
[2] Mc Clung de Tapia, Emily (2013), El origen de la agricultura, en arqueología mexicana Vol. XXI núm. 120 (marzo-abril), 36-41 pp.
[2] Mc Clung de Tapia, Emily (2013), El origen de la agricultura, en arqueología mexicana Vol. XXI núm. 120 (marzo-abril), 36-41 pp.


Gracias por enviarme el link, se ve que la temática es muy interesante
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